29/12/08

Semana del 22 al 28 de diciembre

1. Las aventuras de Augie March, de Saul Bellow. Ya lo decía: las setecientas páginas de letra apretada de esta novela no tienen desperdicio. Es un monumento, en todo sentido. Una de las mejores novelas que he leido en mi vida. Quizá, la más humana y el mejor estudio del caracter de un personaje.
2. El propio Saul Bellow. Hay que leer y releer su texto de aceptación del premio Nobel: un ensayo literario (y sobre literatura) ejemplar; una defensa emotiva, erudita y contundente de la necesidad de la literatura.
3. Navidad con los Riveros. Ritual: los partidos de microfutbol y de baloncesto anuales, las cervezas con conversación sobre trabajos, hijos, fondos de pensiones, la piscina, el juego de Uno.
4. Jardín Botánico con mi hermana y mi papá. Vimos una iguana comiéndose una flor-pompón, extraños y amenazantes árboles amazónicos de mil ojos y melancólicos y hermosos cactos. Compré una mata de ají, lo que siempre está bien.
5. Scanner. O uno de esos aparatos que ahora llaman "multifuncional" (con impresora), pero que a mí me importa ahora como scanner. La sola idea de poder presentar en clase imágenes que no he conseguido en internet me emociona.

22/12/08

Semana del 15 al 21 de diciembre

1. El guardián entre el centeno. Totalmente justificado el mito. La novela es tan buena que soporta incluso la impotable traducción españoleta. La historia "simple" de un fin de semana del jóven Holden Caulfield tiene tanta o más fuerza que una buena película de Jarmusch (inevitable paralelo) y el arrastre narrativo más violento que he encontrado desde, digamos, Ampliación del campo de batalla, de Houellebecq. Conmovedora, intransigente, exigente, generosa, esta novela es merecidamente un monumento.
2. La noche, de Antonioni. Estoy empezando a aficionarme a Antonioni, después del impacto que significó The Passenger. Además de su bello aire resnaisano, La noche tiene el extraño mérito de hacer decidir a Vila-Matas hacerse escritor (según su propia confesión). Le ganó de lejos el pulso a Bertolucci, esta semana.
3. Double Indemnity, de Billy Wilder. Otro mito que se merece su lugar. Me encantan los diálogos de las películas de Wilder y Hitchcock, cargados de "sutiles ironías", réplicas geniales, sobreentendidos. El guión no cae en la trampa de su propio retorcimiento, y sabe en dónde detenerse. La actuación de Edward Robinson es increible. La escena final es absolutamente impagable.
4. Las aventuras de Augie March, de Saul Bellow. Esta novela seguramente va a repetir blog en las siguientes semanas (voy por la mitad), pero lo que llevo de su lectura no podía quedar impune. Bellow asciende de modo vertiginoso en mis listas mentales. El pulso con Salinger está muy fuerte: Holden Caulfield vs Augie March: dos modelos narrativos contrapuestos, dos personajes contrapuestos. Tal vez podría intentarse la historía contemporánea de la literatura gringa desde allí.
5. Sigo impresionado con las Conversaciones con Woody Allen, de Eric Lax. ¡La Biblia!

14/12/08

Semana del 9 al 14 de diciembre

1. Jornada de pintura (brocha gorda) con Sylvia y mis papás. Pared roja; conversaciones de viejos conocidos (desde dramas familiares hasta Magallanes). Todo muy amable, muy cálido, muy "seguro".
2. Sábado con Ivonne y David. Todo el paquete: campeonato mundial de películas, las excentricidades de John Huston, parqués (con tatuco virtual), ahorcado y, en el colmo, mímica.
3. El descubrimiento inesperado (como todo "descubrimiento", supongo) de Edgar Lee Masters: la Antología de Spoon River parece el referente directo de los Poemas de Sidney West, de Gelman, probablemente los dos mejores libros de poesía leídos este año .
4. Las Conversaciones con Woody Allen que Eric Lax editó cronológica y temáticamente en el intento (y logro) más panorámico que conozco de una poética cinematográfica de Allen. Brutal.
5. Alvaro de Campos; otra vez y siempre. Revisando a Pessoa (estoy en "modo poesía" nuevamente, lo que es genial) me encontré la Oda Triunfal. De verdad, dan ganas de salir a gritarla en la calle.

8/12/08

Semana del 1 al 8 de diciembre

1. The Passenger, de Michelangelo Antonioni. ¡Qué película! Increible la economía de medios de la dirección y la administración de la información del guión. La historia, tensada por la obsesión vilamatiana de la identidad (a lo Doctor Pasavento), tiene además la precisión de una buena trama policiaca. Imágenes como la de Locke/Robertson "volando" en el funicular, monólogos como el del hombre ciego que recupera la vista, y planos como el de la intrigante secuencia final, son impagables.
2. Being There, de Hal Ashby. Como un Bartleby con suerte, Chance es, al mismo tiempo, el subproducto, el heroe y el espejo de una sociedad ridiculamente mediatizada. Nadie queda bien parado en esta sátira despiadada.
3. Las Prosas Apátridas de Julio Ramón Ribeyro, que viene a unirse a la afortunada serie de aforistas que he leido este semestre, sin habérmelo propuesto: Lichtenberg, Schnitzler, Handke y, ahora, Ribeyro.
4. Reunión tragicómica de profesores.
5. Paseo botánico con mi papá, por los alrededores de la Virgilio Barco. Desde el urapán hasta el sietecueros, pasando por ene variedades de palma. Él caminó descalzo. Otra herencia: la sensibilidad frente a la naturaleza.

1/12/08

Semana del 24 al 30 de noviembre

1. ¡Vacaciones! Después de una semana de calificaciones vertiginosas, de malas noticias, de sobrecarga administrativa y, en suma, de mucha presión, finalmente han llegado las vacaciones, al menos de los trabajos más exigentes.
2. Seda, de Alessandro Baricco. Me lo habían anunciado y no lo creía del todo, aun cuando ya conocía a Baricco, y sabía que era genial: Seda es un relato perfecto, un modelo de concreción, de lenguaje, de imágenes poéticas, de estructura narrativa. Un milagro.
3. Days of Heaven, de Terrence Malick. Finalmente he visto la segunda película de Malick, la única que me hacía falta. Confirmado: Malick es mi director favorito, de lejos. Ahora, a esperar Tree of Life, que se estrena el siguiente año.
4. Los Falsificadores, de Stefan Ruzowitzky. Aunque el final es patético, el triangulo de personajes que forman Sorowitsch, Burger y Herzog es de un equilibrio dramático pasmoso. El primero encarna la contradicción, el segundo la resistencia, el tercero la resignación. La escena en casa de Herzog es antológica.
5. Florentino, el oso.