31/1/10

Semana del 25 al 31 de enero

1. "La espiga dorada" y todas las cafeterías de su linaje. Verdaderos reductos de la Bogotá de los años setenta y ochenta: abren a las seis de la mañana, hacen "liberales", los taxistas se reunen por ciclos, los pensionados llenan crucigramas, las meseras no han tenido que oir patrañas sobre el "servicio al cliente", las mesas son de fórmica, las baldosas de doce centímetros. Se puede ser feliz en un lugar así.
2. Las ruinas industriales del barrio San José. Los viejos edificios de fábricas como "Pastas el Gallo" transmiten cierta serena nostalgia, cierta dignidad decadente, que hace echar de menos a las élites industriales de principios del siglo pasado (especialmente ahora que estamos en manos de las élites narcoparauribistas).
3. Audífonos nuevos, audífonos de verdad. Volviendo a la música (el único placer posible en Transmilenio).
4. Pet Sounds. Aunque conocí a los Beach Boys gracias a la desastrosa Kokomo (1988) y decidí detestarlos desde entonces, he tenido que reevaluar muy seriamente el asunto. Si uno escucha el Pet Sounds completo, con atención, debe admitir que el pop puede ser más elaborado que las tonterías al uso que hay que escuchar ahora. (Hagan la prueba con That´s not me).
5. Xavier Rudd. Quizá ya había clasificado aquí. Pero el To let es, de verdad, un album excepcional, lleno de energía, de fuerza, de belleza.

24/1/10

Semana del 18 al 24 de enero

1. David Foster Wallace. Leí Algo supuestamente divertido que nunca volveré a hacer, su crónica sobre un crucero de lujo por el Caribe (pagado por la revista Harpers). Foster Wallace es tan brillante, tan poderosamente inteligente, que en realidad impresiona, incluso asusta un poco. La sutileza y la contundencia de sus observaciones, su complejo humor, la fuerza creadora de su ironía, todo es perfecto en la escritura de Foster Wallace. (Nota mental: leer alguna vez La broma infinita, a como dé lugar).
2. La biblioteca Luis Angel Arango. A veces es tan familiar, tan habitual, que uno olvida el privilegio increible que significa. Por ejemplo: pasé una tarde leyendo a Foster Wallace y a Jonathan Franzen en una sala amplia, bien iluminada, con muebles muy cómodos, unas pocas personas, el sol entrando por un ventanal enorme, la Catedral al fondo, el atardecer. Todo gratis. Eso tiene que significar algo sobre la civilización, en serio.
3. Revisión de Gangs of New York. Entre otras cosas, me sorprendió encontrar varias referencias a Welles, especialmente a The lady from Shanghai. Scorsese merece de verdad un lugar privilegiado en la historia del cine.
4. Por fin tengo los escolios de Nicolás Gómez Dávila (una selección, pero bueno). Una prueba: "El que no esté listo a preferir la derrota en determinadas circunstancias comete tarde o temprano los crímenes que denuncia".
5. Sylvia y su (primer) carro. Maneja terriblemente, pero no importa.

18/1/10

Semana del 11 al 17 de enero

1. Insisto: Richard Yates. Leyendo Revolutionary Road he confirmado que la película no es de Sam Mendes: es de Richard Yates, y merece el crédito.
2. Highway 61 revisited. Por fin aparecen las reediciones de Dylan en Tower: compré Blonde on Blonde y el Highway 61. Mi top tres de discos de Dylan queda así: Highway 61 revisited, Another side of Bob Dylan, Time out of mind.
3. Dos cancioneros (palabra cursi pero inevitable) de Bowie, hallados (de casualidad, dice ella) por Claudia. Del David Bowie (1967) al Never let me down (1987). Redescubriendo joyas como Modern love y descubriendo otras como Criminal world.
4. The magnificent Ambersons. La única película de Welles que me faltaba por ver. Genial predecesora de las grandes sagas de la decadencia de familias aristocráticas (La caida de los dioses, de Visconti, tiene una deuda clarísima con esta película). Debe considerarse un crimen cinematográfico que la RKO haya aprovechado la ausencia de Welles para cortar 50 minutos de película (!) y agregar un final feliz. Si el cine de Welles ha soportado las infamias de las productoras, soportará también a los espectadores de Avatar.
5. Los halagadores resultados del Exadep.

11/1/10

Semana del 4 al 10 de enero

1. Remodelación radical de la habitación: desde la famosa cama doble hasta el anacrónico papel de colgadura. Cómodo.
2. Death of a Salesman, de Volker Schlondorff. La versión cinematográfica de la obra de Arthur Miller es un verdadero monumento. Dustin Hoffmann, como siempre, hace una interpretación genial. La película funciona, además, como homenaje a las relaciones entre el cine y el teatro. La historia, la pesadilla de la clase media baja, asusta y conmueve profundamente; no recomendaría verla en familia.
3. Eleven kinds of loneliness. Richard Yates parece ser el (para mí) descubrimiento literario del año (y apenas empieza). Poco traducido y menos aún leído, Yates es una especie de cruce entre Salinger y Fitzgerald.
4. El Sherlock Holmes de Guy Ritchie. Ritchie encontró una mina de oro: la saga de Holmes da para rato y funciona muy bien: es el personaje perfecto para Robert Downey Jr y el tipo de narración barroca (no demasiado) con la que le va mejor a Ritchie. Divierte y convence.
5. Baloncesto con David el viernes y con Don Luis el domingo, ¿quién lo diría?

5/1/10

Semana del 28 de diciembre al 3 de enero

1. Año nuevo. Desde ya, este año que empieza es mi favorito.
2. Reunión con los Montenegro: de vuelta al parqués, el uno, la caminata, el frio, la carne en exceso. Mi primer año nuevo con Claudia.
3. Tibirita. Entiendo que soy monotemático, pero la sensación de poder morir tranquilo allá es algo que me sobrepasa.
4. Año nuevo bogotano con Carlos y Claudia, en el último bar de Lourdes pidiendo canciones de Eddie Santiago. (¡Go Eddie!).
5. Tenza. Un pueblo aislado y tranquilo (pero no desolador) en el que la historia parece tan viva que uno entiende perfectamente la expresión "hace doscientos años", tan abstracta en cualquier otro lugar. Hay que buscar la manera de pasar al menos un mes en Tenza.