6/2/11

Semana del 31 de enero al 6 de febrero

1. Semana de mucha lectura (tuve varicela: estuve en cuarentena). Comprobé que podría pasarme la vida leyendo literatura norteamericana del siglo XX. Leí Ruido de fondo, de Don De Lillo; me encantó. De Lillo escribe de modo que uno siempre puede sorprenderse por una imagen, una figura retórica, una descripción, y sin embargo no es una colección desarticulada de genialidades, sino una historia en toda regla, con mucho arrastre narrativo. Estoy terminando Corre conejo, de John Updike, una novela del linaje de El guardián en el centeno, de Salinger. Una aguda parábola sobre la dificultad de hacerse adulto.
2. Ursua, la pretenciosa novela de (el pretencioso) William Ospina. La verdad es que la leí con muchos prejuicios pero, todo hay que decirlo, es una buena novela, con todo y los excesos retóricos y delirios poéticos de Ospina. Está muy bien sobre todo si uno quiere ahorrarse a los cronistas de Indias (y yo quiero ahorrármelos). Y no puedo dejar de reseñar, entre las lecturas y relecturas del Vargas Llosa post-nobel, lo mucho que me gustó su novela corta o cuento largo Los cachorros, ejemplo impagable de estructura narrativa.
3. También vi muchas películas. La única que podría recomendar efusivamente es la peruana Contracorriente, de Javier Fuentes-León. Excelente. Debería entrar en cualquier recuento del cine latinoamericano de la pasada década.
4. El viernes, larga caminata y visita de anticuarios en Chapinero. Un plan que siempre vale la pena.
5. Sábado de música de cámara en el Museo Nacional. Vimos al dúo de guitarras Granadillo, y estuvo genial. Todos los sábados hay concierto gratuito en el Museo, a las 12:30, y es otra prueba de que la agenda cultural bogotana es muy buena, y está subutilizada.

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