1. El sueño del celta. Digan lo que digan sobre las posiciones políticas de Vargas Llosa, creo firmemente que El sueño del celta es una novela políticamente necesaria. Una novela que todo adolescente debiera leer como parte de su formación ética. La justa reivindicación de un hombre (Casement) con el que la historia tiene una deuda impagable, y la denuncia de genocidas (Leopoldo II, Arana) inexplicablemente absueltos. Y, por supuesto, está magistralmente escrita.
2. En busca del doctor Livingstone, el libro de Henry Stanley que narra su viaje al África central en 1871-1872. Ya lo había reseñado en este blog hace un par de años, pero decidí releerlo porque empata muy bien con El sueño del celta. Como muchos libros de viajes y viajeros es apasionante y cautivador, pero también es un documento histórico de interés para la lectura desde la antropología (cómo no, ya se ve en qué tipo de lector me he convertido).
3. La tradicional reunión de navidad con los Riveros. Esta vez salió mucho mejor que otras, y creo que se debió en gran parte a la presencia de Cesaín, sin duda una de las personas más divertidas que he conocido.
4. Me gusta ordenar cuando no se trata tanto de reacomodar como de botar. Y eso fue precisamente lo que hice la semana pasada con kilos de papeles, fotocopias y cosas varias. La sensación es muy placentera, lo recomiendo.
5. En general, procrastinación (como le dicen ahora a la pérdida de tiempo) descarada y hasta desafiante.
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