27/2/12

Semana del 20 al 26 de febrero

1. La música. No importa mucho qué música, siempre que haga parte de esa inmensa selección que uno va haciendo y asociando sin casi notarlo con todo lo que es importante en su vida. Si uno toma al azar la música que ha ido reuniendo por gusto, va encontrando fragmentos del pasado que da gusto repasar como fotos viejas.
2. La estación Grand Central. Probablemente el sitio más grabado y fotografiado aquí, con buenas razones. Al mismo tiempo un triste recordatorio de que hubo varias estaciones similares y ya fueron "modernizadas". En uno de sus pabellones hay una especie de plaza de mercado internacional alucinante por la extravagante variedad de cosas.
3. Slow man, de J. M. Coetzee. Excelente novela. Empieza tan directa y claramente que uno siente que ya no puede ir a ningún lado, pero va tomando, sutilmente, sin grandes giros, dimensiones inesperadas. Hay que seguir leyendo a Coetzee, parece.
4. The radical camera, una exposición de fotografía en el museo judío. Se trataba de imágenes de la vida cotidiana de Nueva York hace casi un siglo, y ante muchas de ellas me quedé pasmado ante la capacidad de evocación de una fotografía. Curiosamente encontré después este pasaje de Coetzee, que expresa muy bien lo que quiero decir: "Because just possibly this image before them, this distribution of particles of silver that records the way the sunlight fell, one day in 1855, on the faces of two long-dead Irishwomen, an image in whose making he, the little boy from Lourdes, had no part and in which Drago, son of Dubrovnik, has had no part either, may, like a mystical charm -I was here, I lived, I suffered- have the power to draw them together."
5. La edición dominical del New York Times. Es un mamotreto descomunal, de varios kilos, con todo tipo de separatas y revistas anexas, con una cantidad de buenos artículos, crónicas, reseñas y hasta ensayos. En la edición de este domingo había, por poner cualquier ejemplo, una crónica de Paul Theroux sobre la frontera en Nogales, México, que fácilmente aparecería en un libro del propio Theroux por un buen precio.

19/2/12

Semana del 13 al 19 de febrero

1. El MoMA. Muchísimo mejor que el Guggenheim. No es muy grande, pero como ha impuesto de algún modo el canon artístico de los últimos cien años, uno encuentra ahí todo lo que le habían dicho que era importante. Desde la rueda de bicicleta de Duchamp (ante la cual, por supuesto, me arrodillé) hasta la serie de "un millón de años" de On Kawara, pasando por lo que se les ocurra.
PD: hay que decir que en todo caso ningún museo de esta ciudad le llega a los tobillos al MET, al que pienso ir todos los domingos sin falta.
2. En el MoMA, y gracias sobre todo a este bodegón http://bit.ly/wz0Tkf, ante el que detuve mi furia turística por casi 15 minutos, cambié de pintor preferido: era Matisse, ahora es Paul Cezzane. También encontré diseñador industrial favorito: Eva Zeisel: http://bit.ly/wUfkxG.
3. Debo admitir que me encantan las tiendas de los museos, puedo pasar tanto tiempo ahí como en el propio museo, si la tienda es buena. Y la del MoMa es muy buena: es evidente que diseñan los objetos que venden, que piensan mucho en ellos, no sólo ponen el logo en cualquier cosa. Por supuesto, todo es extravagantemente caro.
4. Es una pena pero Amazon acabó definitivamente con el negocio de las librerías aquí. Está Barnes & Noble, pero las librerías académicas desaparecieron y nos dejaron a los nerds sin el placer de ojear estantes. Solo sobrevivió una: Book Culture (112 con Amsterdam). Estuve allá y pasé horas sabiendo de algún modo que asistía a un funeral. Hasta compré varios libros que por supuesto son más baratos en Amazon. Otra cosa es que tampoco es nada común el bello negocio de la venta de libros usados, pero hay un sitio increible en la 45 con 5 llamado Book Off en el que unos japoneses se las han arreglado para vender cantidades de libros y discos usados a precios muy bajos (entre 15 dolares y 1 dolar).
5. The Descendants, de Alexander Payne http://www.imdb.com/title/tt1033575/. Al menos desde About Schmidt creo firmemente que Payne es uno de los mejores directores contemporáneos. Aquí logra hacer una película en la que George Clooney no sale nunca del plano y viste siempre camisas hawaianas y, pese a eso, no es una comedia romántica. Es una tragedia muy bien contada, con mucha sutileza; una historia sobre ese inmenso esfuerzo que hacemos ante la muerte, para comprenderla o lidiar con ella.

12/2/12

Semana del 6 al 12 de febrero

1. Están celebrando cien años de la librería pública de NYC e hicieron una exposición de los objetos más importantes "adquiridos" por la biblioteca. Cualquier lista que yo intentara aquí sería en vano. A cada paso quedaba más asombrado del poder de "adquisición" de esta gente: primeras ediciones de TODO, manuscritos originales de TODO, objetos personales de TODOS. Parece mentira. El efecto de esta exuberancia es curioso: de algún modo prefería pensar en muchas cosas como ideas, verlas directamente me desilusionó un poco.
2. El edificio Stephen Schwarzman, sede central de la librería pública (son unas 50 sedes en la ciudad). En otra parte he dicho que mi edificio preferido aquí es el Chrysler pero debo retractarme. Digamos que mi "rascacielos" preferido es el Chrysler. Pero el edificio Schwarzman es, especialmente por dentro, tal vez el lugar más bonito que haya visto después de La Alhambra.
3. El Museo de Historia Natural. Tengo entendido que es el más visitado del mundo. Hay buenas razones, se cuidan muy bien de dar espectáculo. Si uno tiene un poco de paciencia también puede aprender un montón, pero hay que pasar al menos un día en cada sala, es inabarcable.
4. La catedral de San Juan el Divino (St. John the Divine, por si acaso). Entre todos los templos católicos que hay aquí (St. Peter, St. Paul, Trinity, para nombrar los más famosos), este es de lejos el más impresionante. Cuando entré estaba ensayando el coro: sentí como si todos los integrantes del coro se me pararan sobre el pecho. 
5. El inevitable capítulo académico. Estoy realmente muy emocionado con los textos y autores que he ido conociendo. Podría dedicar un blog a eso (¿lo haré?). Por ahora me interesa registrar enfáticamente que he descubierto a mi antropólogo contemporáneo favorito: David Graeber. Lo conocí gracias a este genial artículo  y he seguido leyéndolo con cada vez más admiración y gusto. Fragments of an anarchist anthropology es simplemente una joya. Estoy empezando a recomendárselo a cualquiera en el negocio académico que se me cruce por delante.

6/2/12

Semana del 30 de enero al 5 de febrero

1. El campus de Columbia. Es realmente impresionante. Aunque debo decir que es también apabullante, incluso violento; me costó acostumbrarme a la idea de que se trata de una universidad y no de un palacio de gobierno. Parece que la idea es hacer sentir a los académicos, efectivamente, como mandatarios. Los trucos del imperialismo académico.
2. El ferry que lo lleva a uno de Manhattan a Staten Island (gratis). El paso por Ellis Island parece reproducir esa imagen clásica, muy cinematográfica, del inmigrante de principios del siglo pasado. Cuando el ferry estuvo suficientemente lejos para darnos una vista general de la apiñada Manhattan, pensé en lo absurdo que es que hayan construido esta ciudad atestada de rascacielos en una isla tan pequeña.
3. Pido excusas por la cuña académica, pero tengo que decir que estoy descubriendo nuevos y excelentes autores aquí (estoy tomando un seminario de antropología económica): Chris Gregory, Don Robotham, el propio Michael Blim (mi profesor).
4. Hay un claro interés en esta ciudad por preservar pequeños parques por todas partes (sin hablar del gigantesco Central Park). No hay nada como sentarse en uno de esos parques a mirar pasar gente. Creo que mi preferido es el que hay frente al City Hall.
5. El ajedrez. Siempre. Ha sido una afortunada casualidad que a Paul le guste tanto también (y es genial esa universalidad del juego). El jueves jugamos una partida tan buena que sentí ese vértigo que sentía hace tiempo, cuando jugaba mucho mejor, como de asomarse a algo tremendamente bello, intuírlo en una posición del tablero, en una jugada.